Cuando pensamos en cómo las ballenas perciben el mundo, solemos hablar de su ecolocalización o su oído excepcional. Pero… ¿pueden oler? ¿Usan la nariz como los mamíferos terrestres? La respuesta es más compleja de lo que parece.

Las ballenas con barbas, como las ballenas jorobadas, las azules o los rorcuales,  conservan partes del sistema olfativo. Aunque no tan desarrollado como en animales terrestres, hay evidencias de que detectan ciertos compuestos químicos. Uno clave es el dimetil sulfuro (DMS), una sustancia que se libera cuando el kril se alimenta de fitoplancton. Altas concentraciones de este compuesto indican que hay zonas con mucho alimento, por lo que pueden guiar a estas ballenas hacia su presa.

Así que, aunque no “huelan” como nosotros, parece que sí usan señales químicas para orientarse y alimentarse.

Islas Canarias

Por otra parte, los cetáceos dentados, como los delfines, los cachalotes y los calderones tropicales, que observamos en Tenerife, han seguido otro camino evolutivo. Sus fosas nasales se adaptaron para la ecolocalización, una herramienta acústica de navegación y caza. Como resultado, han perdido casi por completo el sentido del olfato.

Aun así, algunos científicos creen que podrían detectar sustancias químicas por otras vías: un fenómeno llamado cuasi-olfacción, pero todavía se investiga.

Calderones de Canarias

Entonces… ¿las ballenas pueden oler? En resumen: algunas sí, en cierta medida.  Las ballenas con barbas podrían usar señales químicas para encontrar alimento. Las dentadas dependen casi por completo del sonido.

 

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Calderón tropical